Eduardo Benot y Rodríguez nace el 26 de noviembre de 1822 en la calle de la Virreina, demolida hace años para ampliar la plaza de la Catedral Nueva de la ciudad de Cádiz. Fue bautizado el 29 de noviembre. Sus padres fueron D. Julián Bernardo Benot, de origen italiano, y Dña. Rafaela Rodríguez.

Benot tuvo una infancia muy enfermiza. Él mismo lo cuenta a León y Domínguez en una de sus cartas: "Yo vine al mundo muy falto de salud, decíame en una carta. Me dieron a los dos años las viruelas y desde entonces fue el rigor de las desdichas. Me entraron frecuentemente alferecías, padecía de los ojos, y raro era el mes en que yo no hacía cama". La familia encarga su curación a un tal D. Joaquín Cordero, médico sin ejercer, hombre rico, caritativo y brusco, poco amigo de los farmacéuticos y de la excesiva medicación. D. Joaquín recomienda paseos y carreras matutinas para la recuperación del niño y una rigurosa dieta. La más energética recomendación médica es la de no coger ningún libro: sólo le permite dibujar para no aburrirse (sin duda debía demostrar el enfermo un excesivo interés por la lectura, para provocar una prohibición tan extrema).
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Joven muy despierto, a los catorce años ya publicaba artículos políticos en "El Defensor del Pueblo". Explicó lógica en el prestigioso colegio gaditano de San Felipe de Neri, del cual fue rector, director y gerente y donde fue promulgada la Constitución de Cádiz en 1812. Estuvo encargado de las cátedras de Astronomía y Geodesia en el Observatorio de Marina de San Fernando (Cádiz) y fundó el Instituto Geográfico y Estadístico. En 1868 fue diputado republicano a Cortes por Jerez y en 1869 fijó su residencia en Madrid. Senador en 1872 por Gerona, fue ministro de Fomento en la Primera República Española durante la presidencia de Francisco Pi y Margall (1873). Fue profesor en la Institución Libre de Enseñanza. Dirigió "La Discusión", órgano del partido federal. Al restaurarse la monarquía en 1874, emigró a Portugal, pero fue expulsado de este país y regresó a España, donde vivió ya alejado de la política, pero en amistad fraternal con Francisco Pi y Margall, dedicado por completo a los trabajos científicos y filológicos; por estos últimos y por su obra literaria ingresó en la Real Academia de la Lengua Española en 1887. Tuvo una tertulia en su casa, a la que acudían los hermanos Antonio y Manuel Machado. En 1893 volvió a ser contra su voluntad diputado por Madrid, y en 1901, a la muerte de Pi y Margall, quedó de jefe del partido federal.

Falleció en Madrid en 1907.

Labor
Fue autor de dramas, comedias, poesías y artículos de prensa. También elaboró estudios de Física y Matemáticas. Fue un gran pedagogo de las lenguas y publicó obras para la enseñanza de los idiomas inglés, francés, italiano y alemán. Se distinguió especialmente por sus obras filológicas y fue un gran estudioso de la métrica castellana. Figuran entre sus obras más importantes Prosodia castellana y versificación, Gramática filosófica de la lengua castellana, Arquitectura de las lenguas y Diccionario de ideas afines (1899). Sus ideas gramaticales están fundadas en una concepción racionalista y casi matemática del idioma como expresión exclusivamente lógica del pensamiento humano, con un fondo de coincidencias estructurales entre todas las lenguas que justifica la existencia de una Gramática general. En Benot se percibe una presencia efectiva de los nuevos aires procedentes de la lingüística histórica y de la nueva Psicología, que se estaba constituyendo como ciencia positiva por aquel entonces, lo cual suscita en el gaditano un funcionalismo extremo y una comprensión más amplia del lenguaje humano y no evitó los problemas a que podía llegar con ese enfoque; por ejemplo, en su Arte de hablar. Gramática filosófica de la lengua castellana (1910) tropezó con el patrón sintáctico Sé a lo que vienes, señalando que la preposición no aparece, como sería de esperar, ante el pronombre relativo, sino que se coloca delante del antecedente, contraviniendo los principios sintácticos más básicos. De ahí que Benot, como buen representante de las corrientes racionalistas, señale que la construcción correcta debería ser Sé lo a que vienes y no desatienda el uso, por lo que señala que "los escritores modernos cuidan algo de evitar estas construcciones..., pero el uso prosigue tenaz y sin variación ninguna." Incapaz de encontrar un análisis adecuado para la construcción popular, concluye: "Hay aberraciones que no consienten el análisis". Tuvo algunos seguidores, como Vidal Rodríguez, quien en 1925 saca a la luz la segunda parte de sus Lecciones de gramática española bajo el título de Sintaxis. Como científico tradujo, de M. F. Vallés, Errores en los libros de matemáticas: estudios filosóficos sobre la ciencia del cálculo, Cádiz, 1863 (Imp. de la Revista Médica) y entre otros opúsculos fue uno de los primeros interesados en explotar la energía maremotriz. Las preocupaciones pedagógicas constituyeron asimismo una constante a lo largo de toda su vida; introdujo el Método Ollendorf en España para enseñar lenguas modernas y lo aplicó la enseñanza del inglés, el francés, el italiano y el alemán, cuyas gramáticas elaboró con claves de ejercicios; sus ideas en cuanto a pedagogía general influyeron, más que en la Institución Libre de Enseñanza, en la Generación del 98. Su Diccionario de ideas afines (1899) fue elaborado por una sociedad de escritores dirigida por él y tuvo entre sus colaboradores a Antonio y Manuel Machad
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